En los últimos años se han vuelto muy populares, gracias a los beneficios saludables y ecológicos que se les atribuye. Esto demuestra el interés de las personas por un cambio positivo en la alimentación.
Se los conoce también como “biológicos” o “ecológicos”. Sus objetivos principales son cuidar la salud de los consumidores, reducir el impacto sobre el medio ambiente y aumentar la sostenibilidad.
100% naturales
Son alimentos que están libres de químicos y aditivos. En los cultivos orgánicos no intervienen pesticidas químicos, herbicidas ni fertilizantes. El ganado orgánico se cría sin antibióticos, hormonas de crecimiento y otras drogas. Mientras que la comida orgánica no es sometida a radiación ni es genéticamente modificada.
De esta forma, los agricultores utilizan únicamente medios naturales para controlar insectos y malas hierbas. Y solo están permitidos los fertilizantes naturales, como el compost.
Garantía de calidad
Al ser sostenibles, se garantiza que las prácticas agrícolas cuidan la tierra para asegurarse de que sea útil durante mucho tiempo. Además que la carne y los productos animales orgánicos proceden de animales criados en un hábitat natural, a los cuales los agricultores deben darles alimentación orgánica, vivienda limpia y acceso al aire libre y no se les ha dado hormonas de crecimiento ni antibióticos.
Los alimentos orgánicos no poseen conservantes, productos químicos ni sabores artificiales, por lo que mantienen su aroma, color y sabor naturales, y su duración es menor a la de los productos no orgánicos.
Requieren mayor calidad, un desarrollo menos rápido y menos producción, en consecuencia, su costo es mayor. Afortunadamente, este ha ido disminuyendo a medida que más personas los consumen.
Su propio huerto
Algunos mercados y tiendas especializados comercializan productos orgánicos. Una buena alternativa es tener un huerto urbano, donde podrá cosechar diferentes frutas y verduras.